No sirve cualquier denominación para este trabajo, porque yo me voy a referir sobre todo a aquellas personas capacitadas que no solo atienden a una posible usuaria, sino que acaban asesorándo, aconsejando, prescribiendo...
Pero a esta capacidad de prescripción, no se consigue si no le ilusiona el trabajo, aprende cada día todo lo que acontece en mejoras de sus capacidades prescriptoras y no atiende los cambios que están ocurrtiendo de forma constante en las formas de compra de una usuaria.
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Convertirse en una buena brafitter se consigue conociendo los patrones, tallas y copas que hay en la tienda. Estudiando la morfología de la mujer que se va a probar el sujetador y dándole a probar el que le va a ir mejor.
Encontrar cuál es el mejor sujetador para ella, no es tan sólo encontrar el producto, sino saber en qué momento va a usarlo.
Y encontrar el sostén perfecto, lo sabes cuando la mujer se siente satisfecha por su confort y porque se gusta en el espejo. Y esto sólo se consigue con una buena prescripción.
Y desde luego seamos serios: el mercado está en evolución constante y por lo tanto también los hábitos de compra y las potenciales compradoras.
En un futuro nada lejano, confío en que las preadolescentes conozcan no tan solo como les va a cambiar el cuerpo, sino cuáles habrán de ser sus exigencias como futura consumidora, de una prenda tan especial como el sujetador.
Y cuando vayan a la tienda, no les van a servir las respuestas sin fundamento.
La realidad nos indica que hay lencerías y vendedoras que están al día y en constante aprendizaje. Estos establecimientos son los que aportan valor añadido en el sector y los que plantean su futuro de forma correcta.
En el próximo, hablaremos de las marcas.
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