El sujetador sobrevivió a beatniks y hippies como "objeto de seducción"
Noticias EFE. Alfredo Valenzuela.
Sevilla,
29 sep (EFE).- El sujetador ha sobrevivido a la ira de las mujeres del
movimiento beatnik y al rechazo de las hippies por ser un "objeto de
seducción", según ha dicho a Efe Francesc Puertas, experto en corsetería
y autor de "El sostén, mitos y leyendas... y manual de uso".
Las
mujeres del movimiento beatnik "quemaron sujetadores en la plaza
pública por considerarlo un invento de los hombres, mientras que las
hippies se limitaron a prescindir de ellos", ha señalado Puertas al
constatar cómo esta prenda se ha impuesto hasta el punto de que "se ha
pasado de esconderlo a buscar formas de que se vea" y sobresalga sobre
prendas externas.
El autor de "El sostén..."
(editorial Arcopress) ha señalado que Howard Hughes fue de las
personalidades que más hizo para que, hace algo más de medio siglo, se
generalizara el uso del esta prenda, cuando encargó a un ingeniero que
diseñara un sostén que "hiciera puntiagudo y proyectado hacia delante"
el pecho de Jean Roussell, para la película "El forajido".
Fue
la misma Roussell con Marilin Monroe quienes popularizaron
definitivamente el uso del sujetador con el filme "Los caballeros las
prefieren rubias", ya que esta prenda les permitió lucir "aquellos
vestidos ceñidos y aquellos pechos puntiagudos, "en una tendencia que
dura hasta hoy", según Puertas.
Las principales
marcas de sujetadores que se conocen en la actualidad nacieron en los
años cincuenta, muy influidas por Hollywood, según el autor, quien
también sitúa en Estados Unidos otros hitos en la evolución de esta
prenda, como el registro de la primera patente de la prenda.
Fue
Mary Phelps Jacobs, quien incapaz de soportar las ataduras del corsé,
inventó un sostén "uniendo dos pañuelos que, con la ayuda de una criada,
ató con cintas, con lo que ganó en movilidad y pudo lucir el pecho, sin
exagerar", lo que le valió para registrar la primera patente en 1914.
El
uso del corsé era tan común en esos años que Puertas ha consignado en
su libro cómo el departamento de Guerra de EEUU, ante la necesidad de
materias primas impuesta por la Primera Guerra Mundial, pidió a las
mujeres que donarán estas prendas para reutilizar los hilos de acero,
gracias a los cuales se construyeron dos buques de guerra.
Entre
los diseñadores que repudiaron el corsé y buscaron piezas más
confortables que sujetaran el pecho de las mujeres, Puertas ha señalado
las creaciones de autores como Herminie Cadolle, cuyos herederos siguen
teniendo tienda en París, y Paul Poiret, muchas de sus creaciones se
distinguieron por su espíritu "anti-corsé".
También
ha merecido un capítulo Ida Rosenthal, como inventora del tallaje de
los sostenes y de la clasificación de las copas de estas prendas en
cuatro tipos distintos.
El autor ha llegado a los
más remotos antecedentes de la prenda, hasta la que ha considerado su
primera referencia histórica, que ha situado en Creta 1.700 años antes
de Cristo: "Una especie de venda que envolvía el pecho para que no se
moviera y permitiera a la mujer algunas actividades como correr".
Los
romanos siguieron adaptando esta venda que recibió el nombre de
"Strophium" y era una banda rectangular, generalmente de lino que se
cruzaba sobre el busto para sujetarlo, ciñéndose a la espalda, una
prenda que no evolucionará hasta el siglo XV, "en el que quedará muy
desacreditada por asociarse a mujeres de mala vida", según Puertas.
Tras
haber efectuado estudios con la Sociedad Española de Senología y
Patología Mamaria, el autor ha incluido en su libro recomendaciones para
acabar con algunos "mitos", como que usar una talla menor tendrá un
efecto reductor, o que para hacer deporte conviene emplear un sujetador
muy usado, en vez de uno deportivo.
Puertas cita
en sus páginas estudios que aseguran que siete de cada diez mujeres usan
una copa inadecuada para su pecho, y que la mitad de los casos de
dolores mamarios son por culpa de un sujetador inadecuado que, en algún
caso de exagerada sujeción cobre los hombros, han podido provocar
migrañas. EFE
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